Viure o morir? Una decisió bàsica
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Vuit de juny de dos mil setze
Dins el nostre cos hi ha dues bèsties que mantenen una lluita perpètua. Una
s’alimenta de bons sentiments i actituds pos...
jueves, 4 de febrero de 2010
LA PELÍCULA DE LA OFENSIVA MILITAR ISRAELÍ PLOMO FUNDIDO
Alberto Arce, reportero de guerra, único testigo de la ofensiva militar israelí Plomo Fundido.
33 años. Nací en Gijón y vivo en Barcelona con mi pareja. Licenciado en Ciencias Políticas. Hace veinte días estaba en Nayaf, en casa de una familia, sobre la bolsa de petróleo más grande del planeta: no tenían agua ni electricidad. Ver morir a muchos niños me ha hecho ateo.
El 19 de diciembre del 2008 entró en el último barco que alcanzó la franja de Gaza antes de la operación militar Plomo Fundido. Las autoridades de Israel bloquearon el acceso a la prensa internacional, él era el único testigo.
Rodó el largometraje To shoot an elephant (disparar a un elefante), premio al mejor director del Festival de Florencia, premio de Periodismo Anna Lindh, y seleccionado para participar en los festivales de cine de medio mundo.
La película se emite el sábado en la Filmoteca de Catalunya y el domingo en los cines Verdi (Festival DocsBarcelona).
Su crudeza ha sido criticada, pero no muestra otra cosa que lo que ocurrió. Arce habla claro y sencillo, así las palabras no ocultan la realidad.
Vi la noticia de una chica de 22 años que había muerto aplastada por un bulldozer israelí haciendo de escudo humano frente a la casa de un palestino. Pertenecía a una organización norteamericana (ISM).
Y se fue con ellos...
Sí, a intentar grabar una película sobre su trabajo: Nablús, la ciudad fantasma.A los 13 años vi caer el muro de Berlín, a los 26 caminé 340 kilómetros de un muro que es el doble de alto y que sigue creciendo. Yo era un crío, pero los soldados israelíes que estaban frente al muro tenían 18 años....
LA ENTREVISTA COMPLETA EN LA CONTRA DE LA VANGUARDIA DE HOY NO TIENE DESPERDICIO
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1 comentario:
Y a veces es necesario esta crudeza para poder entender ciertas cosas.
Yo también, creo, he querido dejar de creer en los dioses por las muertes de inocentes. Pero todavía quiero creer. Un abrazo.
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